domingo, 1 de agosto de 2010
¿POR QUÉ LOS PARLAMENTARIOS?
¿POR QUÉ LOS PARLAMENTARIOS?
Por: Lino Trinidad Sanabria
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A propósito de la enseñanza que nos da el fútbol, en el sentido de que él nos une, nos nuclea en un entusiasmo común, nos cohesiona y se convierte así en un factor de unidad nacional, podemos concluir que este poder de cohesión no lo percibimos en todo momento, sino en circunstancias muy especiales, como cuando se nos presentó claramente la posibilidad concreta de alcanzar un objetivo común. Esta posibilidad venía paralela con el riesgo de no alcanzarlo y a medida que la posibilidad se acercaba, se enardecía los ánimos en torno a la Albirroja. Nuestros héroes protagonistas, los integrantes de la selección nacional, percibían el apoyo popular y se sentían estimulados para avanzar y ubicarse cada vez más cerca del objetivo común. La camiseta albirroja, que es el símbolo de este factor de unidad nacional (el fútbol), llegó a ser casi más importante que nuestra propia enseña tricolor, que es uno de nuestros símbolos nacionales. Luego vino la definición con el resultado del encuentro de nuestra selección con la de España, definición que fue adversa a nuestros deseos. A partir de entonces, otro sentimiento colectivo se apoderó de todos y cada uno de los paraguayos: el de la frustración.
Ese sentimiento de frustración sigue uniéndonos, cohesionándonos, y va a seguir aún uniéndonos; solamente que ya no va a ser tan fuerte como en los primeros momentos de su aparición y el fútbol, como ya lo fue antes, seguirá siendo un factor de unidad nacional.
Ese sentimiento de frustración tenemos que amortiguar con el convencimiento de que nosotros los paraguayos también podemos. Podemos como cualquier otra sociedad pretender alcanzar lo que otros alcanzan. En fútbol, lo tuvimos muy cerca un gran objetivo que nos hizo vibrar a todos; lo tuvimos en la mano (o en los pies). La adversidad nos volvió a jugar una mala pasada, pero tratemos de extraer lecciones de esta circunstancia; no culpemos a individualidad alguna; hay muchas personas que echan pestes contra Takuára porque malogró un penal. Con ese criterio, tendríamos que culparle, en todo caso, también a Nelson Haedo, porque metió un gol que fue anulado porque lo hizo cuando Takuára estaba en una posición adelantada, o a Roque Santacruz, porque el arquero español le tapó un cañonazo de muy corta distancia y así sucesivamente.
Analizando este fenómeno que nos tocó vivir, es que pensamos en otro fuerte elemento de cohesión social y factor de unidad nacional para los paraguayos: el idioma guaraní. Es él uno de los signos más significativos de nuestra identidad nacional, así como otros signos, tal vez menos relevantes, como nuestra música, nuestra danza, nuestra comida, nuestra artesanía, etc. Vimos en estos días que algunos ya han escrito afirmando que el fútbol se ha convertido en una nueva identidad nacional.
Lo cierto es que la lengua guaraní actuó siempre como elemento de cohesión social de los paraguayos y tan fuerte hasta el punto de convertirse en un factor de unidad nacional. Las pruebas de esto que estamos afirmando están en los roles que le tocó cumplir al idioma guaraní en las dos lamentables guerras internacionales que tuvimos que soportar: la de la Triple Alianza y la del Chaco con Bolivia. No viene al caso hablar en detalle de esos roles. Eso sí, queremos preguntar: ¿por qué los parlamentarios no se deciden a considerar seriamente el Proyecto de la Ley de Lenguas, presentado por el Poder Ejecutivo, ya en setiembre de 2007? El mismo que ingresó al Parlamento Nacional con tratamiento de código. El proyecto fue elaborado por el Taller de la Sociedad Civil, con el concurso de personas que tienen acabados conocimientos técnico-científicos de los temas que aborda el proyecto y como si eso fuera insuficiente, el proyecto fue consensuado con otro elaborado por el sector público: la Comisión Nacional de Bilingüismo del MEC. El consenso se logró en varias reuniones de trabajo que realizadas en dependencias del MEC, entre los miembros representantes del Taller de la Sociedad Civil y de la Comisión Nacional de Bilingüismo, todas ellas bajo la Coordinación del Viceministerio de Educación.
Nos preguntamos por qué los parlamentarios no pueden percibir la importancia de que el país cuente ya con una Ley de Lenguas, si de esta ley depende que podamos arbitrar soluciones concretas para varios problemas que afectan profundamente a nuestra sociedad, especialmente los relativos a la Política Educativa Nacional. En este sentido, todo el sistema educativo está pensado y elaborado a espaldas de nuestra realidad sociolingüística, como lo hemos afirmado públicamente en reiteradas oportunidades, hasta en una Audiencia Pública en el Parlamento Nacional, en presencia del actual Ministro de Educación y Cultura.
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