jueves, 11 de octubre de 2012

520 MALDITOS AÑOS

520 MALDITOS AÑOS
Por: David Galeano Olivera

       El 11 de octubre representa para los Pueblos Indígenas el último día de libertad ya que el 12 de octubre es para ellos el día de la muerte, día de duelo, día de luto; es el sinónimo del principio de un cruento e inhumano fín. Es por ello que poniéndome en la piel de un indígena grito en la inmensidad de este universo: ¡Malditos 520 años!.

Indígena reprimida por la policia, enero de 2012

       Hace 520 años que los europeos “descubrieron” América y desde entonces empezó el inacabable calvario de los Pueblos Indígenas.

       Hace 520 años que visible e invisiblemente se inició una cruel masacre donde los pueblos originarios fueron más que diezmados.

       Hace 520 años que empezó el proceso del despojo de sus territorios. Hoy las tierras que consuetudinariamente fueron suyas, dejaron de serlo y se desató la última etapa del etnocidio masivo.

       Hace 520 años empezó el ejercicio de la peor forma de xenofobia en la historia de la humanidad.

       Hace 520 años que empezó el asesinato, de la más variada manera, de los indígenas sin importar que fueran varones, mujeres, ancianos o niños (nacidos y aún en el vientre de la madre).

       Hace 520 años que los Indígenas que sobrevivieron a la muerte pasaron a ser esclavos y sometidos a los encomenderos. Hasta hoy en varios países de América los Indígenas aún son tratados abiertamente como esclavos pese a la vigencia de los mentados Derechos Humanos y de todo tipo de legislación que supuestamente protege la dignidad de las personas pero queda visto que ellos no forman parte del rubro personas o seres humanos.

       Hace 520 años que los Indígenas o Pueblos Originarios sobreviven en un ambiente lacerante de opresión y represión.

       Hace 520 años que los Indígenas son despreciados por los “blancos” y siendo motivo de todo tipo de burlas, una más denigrante que la otra. Todos recordamos alguna película donde los malos siempre fueron los indígenas y los héroes siempre fueron los blancos, que siempre terminaban matando a algún indio salvaje y para más bandido.

       Hace 520 años que la palabra “indio” en boca de un no indígena significa: salvaje, animal, sucio, ignorante.

       Hace 520 años que la palabra “indio” sirve para agredir o menospreciar a cualquier “blanco” que no se porta bien o que no hace bien las cosas.

       Hace 520 años que empezó el proceso de imposición de la religión del conquistador sin que nadie consultara a los Indígenas si estaban o no de acuerdo. Desde entonces y hasta hoy los Indígenas son avasallados por todo clase de religiones y religiosos, que en nombre de Dios, los someten por cualquier medio inclusive por los más violentos.

       Hace 520 años empezó el proceso de deforestación de sus bosques, la contaminación de sus ríos y arroyos y la extinción de sus animales. 520 años bastaron para que la América verde, cuidada y valorada por ellos, se transformara hoy en un gran campo de experimentación de cultivos transgénicos y de aplicación de todo tipo de agrotóxicos letales que no solamente está matando a los Indígenas sino también a los campesinos no indígenas.


       Hoy, 520 años después, los Indígenas ya no tienen tierras y deben deambular por los centros urbanos, mendigando y sometiéndose a las peores formas de vida: prostitución, drogadicción, alcoholismo y tabaquismo, cuando menos.

       Hoy, 520 años después -sin sus exuberantes bosques, sin sus arroyos y ríos cristalinos, sin su tekoha- se va borrando -lenta y despiadadamente- de la conciencia de ellos la cosmovisión distinta que por miles de años tuvieron hasta antes de la llegada de los invasores.

       Hoy, 520 años después, sin su tekoha ya no pueden rendir culto a Ñande Ru y mucho menos, en su nombre, pueden celebrar el ñembo’e jeroky; por consiguiente, las takua y los mbaraka quedaron mudos, ya no suenan, ya no sirven… y tampoco ya intentan siquiera pelear por el yvy mara’ỹ. Ellos, en un buen porcentaje, saben que prácticamente ya todo está perdido.

       Hoy, 520 años después, ninguna institución nacional o internacional creada para salvaguardarlos cuenta con los recursos suficientes para asistirlos en sus necesidades básicas.

       Hoy, 520 años después, aunque siguen siendo menos del diez por ciento de la población de América, ya fueron dados por muertos en todos los libros escolares y -es más- todos hablamos de ellos en tiempo pasado. Los Indígenas vivieron, los Indígenas se alimentaban, los Indígenas eran… pese a que aún sobreviven.

       Hoy, 520 años después, en los libros solamente están como héroes y santos, los blancos. Ningún Indígena fue considerado héroe por resistirse a la invasión o por practicar su cultura o hablar su lengua.

       Hoy, 520 años después, los gobiernos de América que se jactan del orgullo de ser americanos, los han olvidado y en la mayoría de los casos, los han marginado más.

       Hoy, 520 años después y para quienes sentimos algo por cualquier semejante, nos duele verlos en las calles expuestos a las altas temperaturas o al excesivo frío, a la lluvia o cualquier contingencia, pidiendo miserables monedas, el resto de alguna comida o abrigos usados. Más de uno, al verlos, les demuestra su desprecio con la mirada o con alguna expresión grosera. Para más, ya casi todos creemos que a los Indígenas ya les gusta vivir en las calles, tirados, pasando hambre y como mendigos.

       Hoy, 520 años después, es fácil percibir que no existe la justicia social y que no existe la igualdad ni ante la ley cuando se trata de los Indígenas.

       Hoy, 520 años después, aunque más no fuera una mera expresión de deseo, como me gustaría por un día -solo por un día- que cambiáramos los roles y que en la situación de ellos pudiéramos saber qué se siente al sobrevivir discriminados, degradados, despreciados, desalojados, en la calle, sin nada que comer ni beber y sin el abrigo de un hogar. Me gustaría ver a los presidentes, parlamentarios, ministros, etc. sobreviviendo en el lugar de los Indígenas, a ver si como consecuencia de esa triste e inhumana experiencia no se dedican a intentar reivindicar a los Pueblos Indígenas, facilitándoles una vida digna. Obviamente, mientras el zapato no nos apriete, nada nos duele y por consiguiente no pasa nada.

       Como hace 520 años, este nuevo 12 de octubre, no pasará de algún “festejo” del Descubrimiento de América o del patético “Encuentro de dos mundos”; o de alguna lecturita alusiva. Solo eso…

       ¡Malditos 520 años!


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